Un 1° de Julio, en 1974, comenzaba su tránsito a la inmortalidad el Tte. Gral. Juan Domingo Perón. Alguien dijo que la Argentina moderna se forma y crece como un barco destinado a grandes navegaciones por obra de un caudillo que, con el corazón golpeado por el desamparo de su pueblo, enarboló las banderas de Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica. Icono del 17 de octubre, bisagra histórica en la vida política argentina, supo encolumnar tras de sí a la gran masa de explotados, avasallados, humillados y olvidados que constituían la mayoría del Pueblo Argentino iniciando la marcha hacia la vida digna de millones de seres humanos a quienes el Estado Justicialista les brindó las herramientas necesarias para desarrollarse como una sociedad justa y respetable: TRABAJO, EDUCACION y SALUD.
No fue fácil su lucha, tuvo que sortear todos los obstáculos imaginables, pero la fuerza arrolladora de su entrañable Evita y la lealtad incondicional de su gente le dieron el impulso para llevar adelante la tarea.
Un 1° de Julio, en 1974, vuelto del exilio, electo presidente por tercera vez, nos legaba a todos y cada uno de los peronistas el Bastón de Mariscal que portamos en nuestras mochilas y que en la actualidad nos debe servir como herramienta para la construcción de un gran frente nacional y popular que ponga fin al desastre social, político y económico que vivimos fruto de un gobierno al servicio de las minorías, “remake” de la “Década Infame”, servil del imperio de turno.
Un 1° de Julio, en 1974, el nombre de Perón comenzó a circular de mano en mano, alegre de descansar eternamente en el corazón de los pobres que es donde viven las revoluciones.